Ésta es una recopilación de algunos de los trabajos de mis alumnos del curso Evolución Cognitiva Humana impartido a través de INEURO. Espero que los disfrutéis y que os entusiasme la calidad de los mismos, como me pasó a mí.

BIOACÚSTICA EVOLUTIVA: EXPLORANDO LOS ORÍGENES DEL HABLA
Por Amara Quirós Sánchez
Introducción
El lenguaje hablado es una capacidad comunicativa únicamente presente en la especie humana. No solo permite que nos comuniquemos entre nosotros, sino que también es clave para la transmisión del conocimiento adquirido de generación en generación. Por lo tanto, la aparición del habla es de suma importancia para el desarrollo evolutivo y tecnológico de la especie.
Gracias al registro fósil, conocemos la anatomía ósea de las especies humanas del pasado y podemos relacionarlas con sus funciones correspondientes. En un primer paso, es necesario elegir con exactitud las estructuras biológicas específicas para la función nos interesa estudiar. Por esta razón, podemos preguntarnos ¿qué requisitos se consideran indispensables para la producción vocal controlada? Basándonos en las anteriores premisas, podemos precisar 4 aspectos
- Un aparato fonador funcional que implica variaciones anatómicas en la laringe que se pueden estudiar a través del registro fósil de la base del cráneo y el estudio de las vías respiratorias altas, en concreto, del hueso hioides
- El desarrollo cerebral de las áreas implicadas en el lenguaje y las conexiones neurológicas necesarias entre dichas áreas con la laringe y del control voluntario de las vocalizaciones.
- La presencia la mutación del gen FOXP2
- Un sistema auditivo evolucionado capaz de ser eficaz en el registro del habla humana.
Aparato fonador: la laringe
El estudio de la morfología de la laringe en el registro fósil en la actualidad es controvertido, puesto que al no conservarse las partes blandas que lo conforman es necesario realizar inferencias a través los huesos de la base del cráneo y hioides que no siempre se conservan en buenas condiciones.
Anatomía basicraneal
La base del cráneo es sustancial para reconstruir la morfología de la cara. En principio, porque en ella se insertan los músculos necesarios para la vocalización, pero sobretodo porque su grado de flexión es clave para valorar la posición de la laringe en la especie estudiada (en el plano sagital, del paladar óseo al foramen magnum). Podemos afirmar que basicráneos poco flexionados indican laringes altas y basicraneos muy flexionados, implicarían laringes bajas. Según los fósiles estudiados, asustralopithecus y paranthropus presentan una anatomía basicraneal similar a la de los chimpancés. Los neandertales son los que presentan una anatomía basicraneal mas similar a los humanos (Martinez y Arsuaga 2009).
En la actualidad, son varios los estudios que sugieren la existencia de especies de primates que presentan una posición de la laringe elevada que les permite una fonación inteligible, por lo que la importancia de su posición para determinar la existencia de lenguaje hablado pierde cada vez más peso.
Según Fagot (2018), los babuinos tienen los elementos anatómicos (músculos orofacialies) necesarios para la fonación, pero le faltan las áreas cerebrales específicas desarrolladas y sus conexiones con la laringe necesarias para producir vocalizaciones.
En una línea similar, Bergman (2019) sostiene la hipótesis de que la capacidad vocal esta latente en primates no humanos, siendo clave en la evolución humana dicho control cognitivo y volitivo del aparato fonador (no en sí sus adaptaciones anatómicas).
En cuanto a los Hominini, destacan el trabajo de Nishimura (2006) que demuestra que la laringe de los chimpancés desciende de una forma similar a la que lo hacen los humanos. Además apunta a que el hecho de presentar laringe descendida puede no ser debido a cambios por necesidades lingüísticas, si no a que pudo evolucionar por presiones selectivas diferentes en un ancestro común a los hominoideos.
El hueso hioides
La presencia del hueso hioides en el registro fósil es bastante limitada. Se conservan 5 ejemplares de las diferentes especies humanas:
- Australopitecus afarensis, 1 ejemplar (Dikika, Etiopía) que presenta una morfología del hueso hioides similar al de los chimpancés.
- Homo heildelbergensis, 2 ejemplares (Sima de los Huesos, Burgos) que presentan una morfología igual que la de los humanos modernos
- Homo neanderthalensis, 2 (1 en el yacimiento de Kebara y otro en el yacimiento del Sidrón en Asturias) ejemplares que presentan una morfología igual que la de los humanos modernos.
Según estos datos, tanto H. heildelbergensis (pre-neandertales) como H. neanderthalensis presentaban huesos hioides que sugieren que sus vías aéreas superiores podrían ser similares a los humanos actuales, lo cual podría facilitar sus capacidades comunicativas.
Desarrollo de las estructuras cerebrales: áreas de Broca y Wernicke
La implementación de las imágenes obtenidas mediante la tomografía computarizada en las investigaciones sobre evolución humana, han permitido obtener modelos precisos de la cavidad interna del cráneo denominados endocastos. La técnica consiste en procesar mediante el software adecuado las imágenes obtenidas en la TC. De esta manera, se pueden reconstruir las cavidades craneales generando modelos en 3D que nos permiten tanto calcular volúmenes, como realizar mediciones de las diferentes partes.
Las estructuras cerebrales que se relacionan con las capacidades lingüísticas son el área de Broca en (situada en la tercera circunvolución frontal) y Wernicke (situada circunvolución temporal anterior) ambas en el hemisferio izquierdo. En humanos, ambas forman protuberancias sobre la superficie cerebral por lo que dejan sendas improntas en el endocráneo (aunque el área de Wernicke en mucha menor medida que la de Broca), facilitando su estudio a través de la obtención de los moldes craneales. En primates no humanos, estas áreas no dejan tales protuberancias en la superficie encefálica.
En esta línea, el estudio de los moldes endocraneales de los primeros homininos, muestran un área de Broca más desarrollada que en los grandes simios, y que en australopithecus y parantrhopus. Así mismo, el estudio de los endocastos de H. heildelbergensis y H. neanderthalensis refleja un desarrollo de dicha área igual que el de los H. sapiens modernos.
Estudios moleculares: gen FOXP2
Tras la separación del linaje humano de los chimpancés, se produjeron dos mutaciones en la región codificante de el gen FOXP2, afectando a las áreas cerebrales conectadas por circuitos cortico-basales fundamentales para la capacidad de hablar. Así mismo, esta mutación impulsa la capacidad cerebral de conceptualizar y pudo ser esencial para la aparición de la comunicación oral. Esos alelos, están presentes tanto en H. sapiens como en H. neanderthalensis.
Estudio de la audición: bioacústica evolutiva
Como ya hemos mencionado anteriormente, las estructuras del aparato fonador no se conservan en el registro fósil. Este hecho unido a los diversos estudios que ponen en cuestión la posición de la laringe como elemento clave para la producción vocal, hizo necesario dirigir la atención a otras estructuras presentes en el sistema de comunicación para explorar los orígenes del lenguaje hablado. El equipo de investigadores de los yacimientos de la sierra de Atapuerca (UAH) y la cátedra de otoacústica evolutiva y paleoantropología de la universidad de Alcalá, decidieron hace unos años dar un giro a las investigaciones sobre el origen del habla, poniendo el foco en el receptor (aparto auditivo) en lugar de en el emisor (aparato fonador), utilizando para ello el análisis de los audiogramas, tanto en cuanto a transmisión de la potencia sonora, como el ancho de banda ocupado que está en estrecha relación con la recepción de el habla humana.
Bioacústica evolutiva
El biólogo esloveno Iván Regen define a la bioacústica como una rama de la ciencia que se obtiene como el resultado de fusionar la acústica con la biología, y su objetivo es estudiar tanto las señales sonoras producidas por los seres vivos como su transmisión y recepción. En su aplicación a la paleoantropología, nos permite explorar las capacidades auditivas del de los primeros integrantes del género homo así como de los primates no humanos actuales. Así, mediante el estudio de los patrones de audición registrados a través de audiogramas, podemos determinar la sensibilidad de cada especie y el ancho de banda ocupado (rango donde su audición es óptima).
Es un hecho que el oído fosiliza bien puesto que la mayoría de sus estructuras son óseas y se encuentra alojado (protegido) en la densidad del hueso petroso, que forma parte del hueso temporal. En realidad, el verdadero órgano de la audición (receptor) es el órgano de Corti, que se encuentra alojado en la Cóclea y que recibe la energía acústica que hace vibrar la endolinfa (transmitiendo al nervio acústico la información que llegará a nuestro cerebro). Por lo tanto, tanto el oído externo como el oído interno hacen la función de canal de transmisión, de tal forma que cuando el sonido pasa a través del oído externo y el oído medio, sufre un proceso de filtrado acústico, llegando a la cóclea solo el resultado de dicho filtrado. Así, se obtiene solo el rango de frecuencias a las que el oído presenta mayor sensibilidad.
Para llevar a cabo el estudio de dichas estructuras, los paleontólogos del equipo de Atapuerca y la COEP de la UAH elaboraron la aplicación de la tecnología digital para estudiar los huesos temporales presentes en el registro fósil de la Sima de los Huesos con el objeto de explorar sus capacidades auditivas. En primer lugar, se realizó la reconstrucción de las cavidades del OE y OM para obtener modelos en 3D a partir de las imágenes obtenidas en la TC de los huesos temporales, y se realizaron las mediciones precisas de cada estructura (distancias, volúmenes, ángulos, áreas, etc)
En segundo lugar, mediante la creación de un complejo modelo biofísico (modelo circuital) basado a las ecuaciones acústicas generadas, se elaboró un software específico para la obtención de datos de filtrado acústico a partir de las mediciones realizadas en el modelo en 3D. Así, conociendo el filtrado acústico, se puede inferir el ABO, que es el segmento de la frecuencia del audiograma por el que por el que pasa el 95% de la energía. Esto en el caso de los humanos, es el intervalo en el que resuena la voz humana. Teniendo en cuenta estos datos, se puede determinar que la relación entre el ancho de banda y el lenguaje hablado es muy estrecha, y por esta razón, se puede considerar un elemento clave para explorar la aparición del habla en el género homo.
En conclusión, la estrecha relación existente entre el ABO y el lenguaje hablado, pone de manifiesto que no solo se precisa un aparato fonador capaz de emitir vocalizaciones inteligibles, sino que es necesario poseer un aparato acústico desarrollado para procesar el habla humana en favor de un proceso de comunicación eficiente. Sabemos que en el audiograma los humanos nos situamos en una banda muy ancha que va desde los 500-3000 Herzios (40% más amplio que el de los chimpancés) amplitud necesaria para captar de manera eficaz los sonidos que emitimos al hablar. Con los datos obtenidos a través de las mediciones en el modelo en 3D del OE y OM de los humanos de la SH, y tras el procesado de los mismos, se obtuvo un ABO compatible con la articulación del habla, lo cual sugiere que H. heidelbergensis y sobretodo, H. neanderthalensis habrían presentado un lenguaje hablado mas o menos complejo, puesto que poseen las capacidades auditivas adaptadas a la comunicación oral humana.
Conclusión
Algunos investigadores apuntan a que hace medio millón de años, los seres humanos ya éramos capaces de hablar como lo hacemos en la actualidad, lo cual puede sugerir que la aparición del lenguaje podría situarse en especies más remotas dentro del linaje humano.
Se estima que la aparición del lenguaje estuvo en relación con las condiciones medioambientales acontecidas en el gran valle del Rift africano hace 2 millones de años, que provocó que el clima se volviera mas seco en el este del valle. En consecuencia, los primates locales que vivían en las ramas de los arboles de las selvas africanas (donde el hábitat cerrado favorecía la comunicación a largo alcance, como hacen los chimpancés) se vieron obligados a hacerse terrestres. De esta forma, pasamos a habitar espacios más abiertos, donde el modo de comunicación intraespecie era de corto alcance (unos individuos enfrente de otros, el sonido llega limpio). Este hecho unido a la forma de locomoción bípeda que liberó las manos en favor de la elaboración de herramientas (modo I para Homo habilis, y modo II para Homo erectus,) y que favoreció el desarrollo de ciertas áreas cerebrales, pudo dar lugar a las adaptaciones necesarias para la aparición del lenguaje en las especies de humanos arcaicos que les siguieron.

LA MAGNETITA Y SU RELACIÓN CON LAS ENFERMEDADES NEURODEGENERATIVAS
Alexander Araya Tijerino
Introducción
Comúnmente ha existido en el imaginario colectivo una idea asociada a que una mayor y mejor evolución humana está estrictamente vinculada con la manipulación de herramientas, como ocurrió en las sociedades originarias con el uso del fuego, la rueda y los artefactos en general, así como el dominio humano sobre otras especies animales.
De alguna manera esto ha traído aparejada la comprensión del desarrollo de las sociedades, de los pueblos y de los individuos humanos al final de cuentas, equiparando el desarrollo tecnológico con el desarrollo humano mismo.
Si bien lo anterior, diferentes investigaciones citadas por Whiteside y Herndon (2018) han dejado de manifiesto que la actividad humana es en sí misma generadora de daño contra la misma especie en la medida que produce la contaminación ambiental con efectos directos en el cerebro de las especies, lo anterior, luego de los estudios experimentales con perros y ratas sometidos a procedimientos exploratorios, pero en particular de la especie humana en este caso asociado con la correlación de enfermedades neurodegenerativas y la contaminación con residuos de carbón en el aire, en particular, en países como China e India que no procesan adecuadamente este combustible, tal como informa la International Energy Agency.
El caso de los aerosoles ambientales derivados de la combustión
Tal como retoman Whiteside y Herndon (2018), la combustión de carbón supone un tercio de la utilización global de la energía y el 40% de la electricidad generada en el mundo.
Contrariamente a la combustión de gas natural, la combustión de carbón produce cenizas volantes en cantidades del 10% del peso inicial del carbón. Las cenizas volantes pesadas caen debajo de la caldera mientras que las cenizas livianas, llamadas cenizas volantes de carbón, se condensan y acumulan en los vapores por encima de la caldera, y salen con los gases de combustión. Considerando que las cenizas volantes de carbón son un concentrado de toxinas originalmente presentes en el carbón, éstas son atrapadas y almacenadas en las naciones occidentales (p. 7).
Como se ha mencionado, en el caso de India y China, no obstante, según Carlson y Adriano (1993) citado por Whiteside and Herndon (2018) esas toxinas derivadas no se atrapan habitualmente, por lo que las cenizas volantes de carbón constituyen un contaminante mayor del aire en estas naciones.
Es posible expandir el análisis en la medida que en otras naciones más occidentales existe una exposición significativa de las personas en general a las centrales térmicas en las que la captura no se realiza de manera eficiente, siendo la atmósfera la gran receptora de partículas nocivas que son absorbidas por los seres humanos, encontrándose correlaciones forenses con este hecho, según Whiteside and Herndon (2018) citando un trabajo anteriormente realizado en el que determinaron que “a mayor escala existen evidencias forenses, publicadas en revistas científicas, consistentes con el hecho que el material secretado y dispersado en la atmósfera se corresponde con las cenizas volantes de carbón” (Herndon, Whiteside, 2017).
De este modo es posible identificar que no existe una relación lineal, o al menos no va estrictamente en la misma dirección, entre el desarrollo industrial y el desarrollo humano. Es posible identificar que existen secuelas en los seres humanos que deberán ser asumidas como precio por vivir en sociedades industrializadas.
En el sentido descrito, el problema no solo está en la contaminación ambiental y sus efectos nocivos en los seres humanos, sino en la interacción que se genera a nivel orgánico con nanopartículas que se encuentran en estudio desde hace varias décadas, y que guardan relación con la activación derivada íntimamente vinculada con la presencia de niveles prominentes de hierro en el cerebro, y en otros órganos incluso, que ocasionan tumores diversos y dificultades genéticas a nivel neurodegenerativo, tal cual es el interés en este artículo.
A nivel general, Bakolis, Hammoud, Stewart, Beevers, Dajnak, MacCrimmon, Broadbent, Pritchard, Shiode, Fecht. Gulliver, Hotopf, Hatch y Mudway (2020) sugieren que la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifican la contaminación atmosférica como la principal causa ambiental de muerte prematura y han llegado a la conclusión de que reduciendo los niveles de contaminación atmosférica, los países pueden aliviar la carga de la enfermedad por un beneficio neto de 135 371 millones de dólares.
Estas estimaciones se basan en las asociaciones establecidas entre las exposiciones a la contaminación atmosférica a corto y largo plazo y la morbilidad y mortalidad cardiopulmonar adversas, pero ahora hay cada vez más pruebas que sugieren impactos en puntos finales neurológicos, con un mayor enfoque en los contaminantes derivados de fuentes de transporte. Estudios observacionales realizados a nivel mundial han vinculado el tráfico derivado de exposiciones a la contaminación del aire con mayor riesgo de demencia, trastornos del espectro autista, trastornos psicóticos, esquizofrenia, depresión, ansiedad y el deterioro cognitivo. Específicamente, un reciente examen sistemático presentó una prueba biológicamente plausible que considera los efectos de la contaminación relacionada con las dificultades en la cognición tras el uso de datos de neuroimágenes. Estos impactos neurológicos implican importantes costos económicos y sociales adicionales que no están actualmente representados en la OMS y la OCDE y debe ser visto contra la realidad que la mayoría de las poblaciones urbanas del mundo todavía respiran aire contaminado (Publicación online).
Mizen, Lyons, Doherty, Berridge, Wilkinson, Milojevic, Carruthers, Akbari, Lake, Davies, Mavrogianni, Al Sallakh, Dearden, Johnson y Rodgers (2018) señalan que la exposición a la contaminación del aire, en particular las nanopartículas, se cree que tiene tanto los efectos agudos como los irreversibles en la cognición de la infancia, como así como un efecto dañino de por vida. Hay un riesgo a largo plazo en los niños expuestos a una mala calidad del aire (O3 – ozono y nanopartículas) durante períodos cruciales del desarrollo del cerebro. A corto plazo, se cree que la capacidad cognitiva se ve influenciada en la primera infancia por la exposición a los contaminantes del aire, incluyendo O3, nanopartículas y óxidos de nitrógeno. La cognición también puede verse afectada en edades más avanzadas debido a la capacidad de las nanopartículas de penetrar en los pulmones e inhibir el flujo de oxígeno en el torrente sanguíneo y en el cerebro. Esta última posición también es sostenida por Wang, Li, Lv, Byers Kraus, Zhang, Mao, Yin, Shi, Zhou, Zheng, Kinney, Ji, Tang y Shi (2020).
Igualmente, Mizen, et al. (2018) señalan que si bien lo anterior, se necesitan más pruebas para cuantificar los efectos de la contaminación de personas de todos los orígenes, en particular las que son sensibles a la mala calidad del aire. Sólo una pequeña proporción de la salud está determinada por factores genéticos, lo cual lleva a analizar que muchos problemas de salud están determinados por factores sociales y ambientales a los que se les debe prestar atención. Es particularmente importante que los entornos de mala calidad no sean una carga para los más desfavorecidos.
Lojk, Babič, Sušjan, Bregar, Pavlin, Hafner-Bratkovič y Veranič (2020) señalan que, en las últimas décadas, la exposición a las nanopartículas (NP) ha aumentado significativamente debido al desarrollo, el aumento del transporte motorizado y el aumento del número de NP de ingeniería utilizados en productos de consumo diurno y aplicaciones biomédicas. Esas NP pueden entrar y acumularse en el cuerpo, donde pueden causar problemas graves relacionados con la salud, como se ha indicado en varios estudios in vivo en animales y en estudios epidemiológicos en seres humanos, que muestran la asociación entre la exposición ambiental/personal a partículas ultrafinas y los síntomas adversos para la salud, incluida la neurotoxicidad.
Consecuencias tóxicas de la contaminación del aire para el ser humano: el efecto de la neurotoxicidad
De acuerdo con Whiteside and Herndon (2018) en las últimas décadas, el sistema nervioso central ha sido un blanco sospechoso de los efectos nocivos de la contaminación del aire.
En una de las primeras investigaciones, se encontró que los humos de carbón en interiores eran un factor de riesgo independiente de accidente cerebrovascular, citando la investigación de Zhang y Zhou (1998). Más tarde, la contaminación atmosférica resultó ser un importante factor independiente de riesgo de accidente isquémico (pero no hemorrágico), de acuerdo con la investigación citada de Hong, Lee, Kim y Kwon (2002).
Tal como se mencionó, el primer estudio en mostrar que la contaminación del aire puede estar relacionada con la presencia de enfermedades neurodegenerativas, fue llevado a cabo en perros ubicados en zonas contaminadas urbanas, de modo tal que los daños cerebrales en los perros expuestos (en comparación con los controles) incluyeron la interrupción de la barrera hematoencefálica, degeneración de neuronas corticales, placas no aneuríticas y nudos neurofibrilares. El daño tisular fue mayor en la mucosa olfativa, el bulbo olfatorio y la corteza frontal, lo que implicó la vía nasal como portal de entrada, lo anterior, de acuerdo con las investigaciones de Calderón-Garcidueñas, Azzarelli, Acuna, Garcia, Gambling y Osnaya (2002). De igual forma, se demostró en ratas que las partículas ultrafinas inhaladas pueden trasladarse al cerebro, según Oberdörster, Sharp, Atudorei, Elder, Gelein, Kreyling, et al (2004) citados por Whiteside and Herndon (2018).
Estos estudios inician la discusión en relación con las potenciales posibilidades de afectaciones cerebrales realmente complejas, que representan en la actualidad desafíos significativos en los servicios de Neurología, Neurocirugía y Neuropsicología de diversos hospitales y centros médicos alrededor del mundo.
De modo general, se sabe entonces que “la exposición a la contaminación del aire durante un largo plazo está relacionada con neuroinflamación, respuesta inmune alterada, alteración de la barrera sanguínea del cerebro, deposición de partículas, y acumulación de placas de amiloides en el cerebro”, según Calderón-Garcidueñas, Solt, Henríquez-Roldán, Torres-Jardón, Nuse, Herritt, Villarreal-Calderón R, Osnaya, Stone, García, Brooks, González-Maciel, Reynoso-Robles, Delgado-Chávez, Reed (2008).
Ese aumento en la incidencia de los tumores cerebrales primarios y de las enfermedades del desarrollo y neurodegenerativas en las últimas décadas, es lo que Lojk et al. (2020) precisan en relación con lo sorpresivo que pueden resultar estos padecimientos, en particular porque se desconoce la etiología exacta de estas enfermedades, pero los contaminantes ambientales, incluyendo los NP (nanopartículas) se mencionan frecuentemente como uno de los factores de riesgo. En este sentido, plantea que estudios recientes reportaron el hallazgo de nanopartículas de magnetita derivada de la combustión en los cerebros de pacientes con Alzheimer, pero no se han llevado a cabo tales estudios para las nanopartículas diseñadas. Desafortunadamente, la investigación de los riesgos potenciales para la salud derivados de la exposición a las nanopartículas va en la línea del rápido desarrollo industrial y la comercialización de la nanotecnología.
Maher, Ahmed, Karloukovski, MacLaren, Foulds, Allsop, Mann, Torres-Jardón y Calderon-Garciduenas (2016) confirman también en su estudio denominado Magnetite pollution nanoparticles in the human brain (Las nanopartículas de contaminación de magnetita en el cerebro humano) que los análisis magnéticos de muestras de cerebro humano han identificado la presencia de nanopartículas de magnetita, siendo que se cree que estas nanopartículas se han formado por procesos biológicos.
Lojk et al. (2020) continúan argumentando que, aunque la esperada acumulación de nanopartículas en el cerebro puede ser baja debido a las efectivas barreras protectoras, incluso esas concentraciones pueden ser problemáticas debido a la especificidad del tejido cerebral. Debido a la capacidad limitada de los sistemas inmunológico y de eliminación del cerebro, las nanopartículas tienden a acumularse e inducir estrés celular durante períodos prolongados, lo que puede causar estrés oxidativo crónico e inflamación, que a la vez puede dar lugar a cambios neurodegenerativos, y es justo en este sentido en el que se pueden producir anormalidades genéticas que ataquen el cerebro, posición también sostenida por Hautot, Pankhurst, Khan y Dobson (2003) en su estudio Preliminary evaluation of nanoscale biogenic magnetite in Alzheimer’s disease brain tissue (Evaluación preliminar de la nanoescala biogénica de la magnetita en el tejido cerebral de la enfermedad de Alzheimer).
El caso concreto de la magnetita en el organismo
De acuerdo con la literatura, Noval, Ochoa y Carriazo (2016), así como Hautot, et al. (2003) señalan que la magnetita es un mineral, óxido de hierro, nanopartícula férrica o ferrosa, es un material inorgánico con una estructura de espinela inversa -espina, forma cristalina puntiaguda, (FeFe2O4)- en el desarrollo de un número importante de reacciones químicas de interés científico, tecnológico y ambiental.
El hierro, según Hautot et al. (2003) es esencial para prácticamente todos los organismos vivos. Sin embargo, algunas formas de hierro son potencialmente tóxicas para las células vivas.
Citando a diversos autores, Noval et al. (2016) sintetizan lo siguiente en relación con las propiedades de esta sustancia, y que permite situar la dirección a la cual se pretende llegar.
La magnetita se puede prepar [sic] fácilmente, sin embargo, también existen yacimientos a nivel mundial de los cuales puede ser obtenida y posteriormente purificada. Este óxido de hierro tiene una superficie suficientemente reactiva para inmovilizar metales, ligantes orgánicos, enzimas y otros tipos de moléculas que le confieren funcionalidades específicas. Generalmente se considera inerte en medios biológicos, lo que hace apropiado su uso en métodos de imagen y de separación en tejidos vivos. En este sentido, en el campo de la medicina y de la biotecnología, las nanopartículas de magnetita son útiles en la detección de hipertermia y en el transporte selectivo y liberación de fármacos, fenómenos con futuras aplicaciones en terapias contra el cáncer, en el mejoramiento y contraste de las imágenes por resonancia magnética para efectos de diagnóstico médico, en la caracterización de fluidos magnéticos inteligentes, en la reparación de tejidos y en la separación celular.
La magnetita también se utiliza como soporte versátil de un gran número de catalizadores funcionalizados, empleados en la catálisis de una gran variedad de reacciones orgánicas e inorgánicas. En general, diversos óxidos nanoestructurados basados en magnetita son buenos dispositivos para la manufactura de materiales magnéticos, películas de protección sensibles y pigmentos, así como para el tratamiento y eliminación de residuos y agentes contaminantes del agua. (p. 43).
Kirschvink, Kobayashi-Kirschvink y Woodford (1992) señalan que los tejidos humanos poseen cristales similares de magnetita biogénica, con estimaciones mínimas entre 5 y 100 millones de cristales de dominio único por gramo en los tejidos del cerebro humano. Los extractos de partículas magnéticas de los tejidos solubilizados examinados con transmisión de alta resolución (TEM) y la difracción de electrones identifican minerales en la solución sólida de magnetita-maghemita, con muchas morfologías y estructuras de cristal que se asemejan a aquellas precipitadas por las bacterias magnetotácticas y los peces.
Formación de magnetita en el organismo
De acuerdo con Gorobets, Gorobets y Koralewski (2017) en su artículo denominado Origen fisiológico de las nanopartículas magnéticas biogénicas en la salud y la enfermedad: de las baterías al ser humano (traducción libre), se encuentra que,
Los organismos vivos tienen una capacidad genéticamente programada para sintetizar un amplio espectro de minerales y otras sustancias inorgánicas en un proceso conocido como biomineralización. La biosíntesis de las denominadas nanopartículas magnéticas biogénicas (en adelante BMNP) a partir de hierro inorgánico compuesto, es de particular interés debido a las propiedades magnéticas de las BMNP.
Formados en el proceso de biomineralización, las BMNP cristalinas son formas nanocristalinas de antiferromagnetos o ferritas (lo cual es conocida como magnetita, maghemita o greigita.
En la línea seguida, se indica que las BMNP han sido objeto de una intensa investigación desde 1975, cuando se detectaron por primera vez en bacterias magnetotácticas(en adelante MTB), que exhibían a su vez movimientos en respuesta a un campo magnético (Gorobets, et al., 2017). El interés en esta temática se orienta en la relación de esta sustancia con la existencia de enfermedades neurodegenerativas en los seres humanos.
Se conoce que el enigma del papel de las BMNP en los organismos vivos no se ha resuelto hasta la fecha, y queda por establecer si están involucradas en alguna función biológica distinta de la navegación de las bacterias magnetotácticas (MTB) bajo un campo geomagnético. La navegación geomagnética de algunas aves migratorias y otros animales también se puede explicar mediante un modelo de criptocromo alternativo (Gorobets, et al., 2017), de modo que podría decirse que este representa el punto de partida para investigar en cuanto a este tema de relevancia clínica.
Los citados autores señalan que el control genético de la biomineralización de las BMNP sólo se ha estudiado en detalle en MTB, con las proteínas de biomineralización correspondientes identificadas (Gorobets, et al., 2017). Sin embargo, el origen fisiológico de las BMNP en otros organismos, incluidos los humanos, ha atraído mucha atención durante más de 30 años, como se ha mencionado.
El problema es muy importante, ya que los niveles elevados de BMNP se asocian con una serie de enfermedades humanas, incluidos los trastornos neurodegenerativos y el cáncer. Hasta hace poco, solo había una hipótesis: que la ferrihidrita presente en el núcleo de ferritina podría ser un precursor de magnetita biogénica. De hecho, se ha demostrado experimentalmente que la ferrihidrita es un mineral transitorio en la formación de magnetita en las células de MTB y en los dientes de quitón. Sin embargo, no se ha encontrado experimentalmente que la ferritina participe en la biomineralización de las BMNP. Otra hipótesis sobre el origen fisiológico de las BMNP en procariotas, arqueas y eucariotas, incluidos los humanos, predicha recientemente por métodos bioinformáticos, postula un mecanismo genético común de biomineralización de BMNP basado en homólogos de proteínas de biomineralización de MTB e investigaciones teóricas del papel de las proteínas de biomineralización, especialmente la ferritina, en el origen fisiológico de las BMNP, y señalamos la importancia de la contaminación ambiental solo como otra fuente de MNP (nanopartículas magnéticas) en el cuerpo humano (p. 4373).
El problema del origen fisiológico de los BMNP, según Gorobets, et al. (2017) cobra importancia a la luz del descubrimiento de los BMNP en varios órganos y tejidos humanos y su relación observada con los trastornos neurodegenerativos, el cáncer y la aterosclerosis. Las concentraciones de BMNP en las zonas de inflamación de las enfermedades neurodegenerativas y el cáncer, son superiores a las observadas en los tejidos normales.
Se ha encontrado que la homeostasis normal del hierro se ve alterada en el cerebro en muchas enfermedades neurodegenerativas, siendo que han detectado nanopartículas de magnetita y maghemita en placas seniles y filamentos de tau en el tejido cerebral afectado por enfermedades neurológicas y neurodegenerativas, como la epilepsia y la enfermedad de Alzheimer (Gorobets, et al., 2017). La concentración total de magnetita biogénica es 15 veces mayor en el cerebro de las personas con enfermedad de Alzheimer, que en los controles en algunos casos. Las nanopartículas de magnetita están presentes en los núcleos de las placas β-amiloides (βA), y están directamente unidos a los focos fibrilares βA. Se ha encontrado que, las nanopartículas de magnetita están directamente asociadas con las placas y los ovillos de la enfermedad de Alzheimer. Los datos experimentales in vitro muestran que la magnetita aumenta la toxicidad de βA en la enfermedad de Alzheimer (Gorobets, et al., 2017). Maher, et al. (2016) y Teller, Tahirbegi, Mir, Samitier y Soriano (2015) también confirman lo anterior en sus respectivos estudios.
Se han detectado las mencionadas nanopartículas en diversos tejidos tumorales humanos, como en el caso de los melanomas, cáncer de mama, de ovario, de testículo, en el caso de sarcoma, meningioma, glioblastoma, astrocitoma, glioma y metástasis (Gorobets, et al., 2017).
Otros estudios como el de Størmer (2014) señalan que las células madre humanas poseen memoria y, en consecuencia, todas las células humanas vivas deben tener un sistema de memoria, en este sentido, en cuanto a la forma de almacenamiento de la memoria en las células y los organismos la magnetita es quizás el mejor candidato para ser una molécula de memoria universal.
La magnetita puede darnos una pista, porque es el material magnético más distribuido e importante de la Tierra. Se encuentra en organismos vivos sin funciones conocidas, excepto la participación en la navegación en algunos organismos. En los seres humanos, la magnetita se encuentra en el cerebro, el corazón, el hígado y el bazo. Los seres humanos sufren disfunciones de la memoria en muchos casos cuando el hierro está desequilibrado. Se sabe queconcentraciones anómalas de magnetita están asociadas con un trastorno neurodegenerativo como la enfermedad de Alzheimer.Debido a la rápida velocidad y precisión de nuestro cerebro, la memoria y sus funciones deben regirse por la mecánica cuántica (Størmer, 2014).
El estudio anterior, adquiere sentido en la medida de que, a pesar de los esfuerzos teóricos y experimentales para modelar redes neuronales, según Banaclocha, Bókkon y Banaclocha (2009) aún se desconoce el origen de las funciones cognitivas cerebrales y la formación de la memoria.
Recientemente, hemos propuesto que además de las señales químicas y eléctricas, los componentes celulares de la neocorteza (especialmente las neuronas y los astrocitos) pueden comunicarse entre sí a través de señales magnéticas generadas por ellos mismos. Esta comunicación magnética sería la base de la memoria a corto plazo. (…) La magnetita cerebral puede ser un componente de los mecanismos, conservados durante la evolución, para detectar y transducir los campos magnéticos generados en el interior de la neocorteza cerebral. En concreto, proponemos un posible papel de las nanopartículas de magnetita, distribuidas a través de membranas neuronales y astrogliales, en la percepción, transducción y almacenamiento de la información que llega al neocórtex (Banaclocha, Bókkon y Banaclocha, 2009).
Hasta el momento es posible señalar que los alcances de este trabajo de exploración bibliográfica no pretendían llegar a este punto en ningún momento, no obstante, es oportuno señalar que no hay preguntas sin sentido, al contrario, hay personas que se rinden fácilmente, tal como menciona una persona especial que ha leído este trabajo previo a su entrega, y que con su experiencia en estudios similares ha encontrado algún sentido a lo propuesto. La inquietud original acerca de la magnetita en las palomas mensajeras (aquellas que se liberan en las bodas y que se resaltan en los cuentos de hadas) que regresan a sus sitios originales de permanencia; permitió correlacionar no solo los efectos de la evolución humana en la especie, sino resaltar hallazgos clínicos asociados con la Nanomedicina como un campo desafiante en su relación con las enfermedades neurodegenerativas, desde el que es posible conocer aspectos afines para las personas que nos formamos en la apasionante especialidad de la Neuropsicología.
Conclusiones
A lo largo de la evolución de las especies, el ser humano se ha visto expuesto a un número significativo de elementos adversos, siendo uno ellos la contaminación ambiental que de la mano del propio esfuerzo del ser humano y de la industrialización, ha jugado un papel fundamental no solo en el conocimiento de nuevas enfermedades y sus posibles tratamientos, sino en la adaptación que la especie va alcanzando de manera paulatina. De alguna manera, se cumple la máxima de que sobrevive aquel o aquella especie que mejor se adapte a las condiciones del medio, siendo que la naturaleza misma contribuye de la mano con la industrialización, a la existencia de elementos que depuran la especie a veces de maneras insospechadas.
El organismo cuenta con la capacidad de lograr una homeostasis interna, considerando todas las sustancias químicas que forman parte de su enriquecido arsenal orgánico, no obstante, en ocasiones no solo el cuerpo mismo genera desequilibrios, dados por diversas condiciones fisiológicas, sino que el ambiente y sus elementos concomitantes, pueden contribuir en la generación de eventos nocivos que sitúan en riesgo la vida de un órgano en concreto por un lado, con las consecuencias adversas para la salud por otro, lo cual conlleva a nivel general, a la posibilidad de alcanzar la vivencia de estados mentales y cognitivos en particular, que reducen drásticamente la calidad de vida de las personas de maneras. En este sentido, es imposible deshacerse del enfoque funcional en la visión de la Neuropsicología.
En la línea seguida, es posible afirmar que la contaminación ambiental, forma parte de secuelas que los seres humanos debemos asumir como precio por vivir en sociedades industrializadas, lamentable pero cierto desde toda perspectiva.
En este sentido, la interacción que se genera a nivel orgánico con nanopartículas que se encuentran en estudio desde hace varias décadas, relaciona la presencia de niveles prominentes de hierro en el cerebro, y en otros órganos incluso, que ocasiona tumores diversos y dificultades genéticas a nivel neurodegenerativo, tal como se ha deseado evidenciar en este artículo.
Así las cosas, en relación con la propuesta inicialmente planteada, se ha encontrado lo siguiente en esta revisión bibliográfica; cada una de estas ideas cuenta con su respectiva evidencia original de donde han derivado:
La exposición a la contaminación atmosférica a corto y largo plazo sugiere un impacto a nivel neurológico, entre otros.
La exposición a las nanopartículas (NP) ha aumentado significativamente debido al desarrollo, el aumento del transporte motorizado y el aumento del número de NP de ingeniería utilizados en productos de consumo diurno y aplicaciones biomédicas. Esas NP pueden entrar y acumularse en el cuerpo, donde pueden causar problemas graves relacionados con la salud, incluida la neurotoxicidad.
Diversos estudios han concluido que la exposición a la contaminación del aire se asocia con mayor riesgo de demencia tipo Alzheimer, trastornos del espectro autista, trastornos psicóticos, esquizofrenia, depresión, ansiedad y el deterioro cognitivo; sugiriéndose alcances no solo cognitivos, sino también psicopatológicos con su respectivo perfil neurocognitivo asociado.
Existe un carácter sorpresivo resultando de los padecimientos como el cáncer cerebral, entre otros, o bien, enfermedades neurodegenerativas, en particular porque se desconoce la etiología exacta de estas enfermedades, pero los contaminantes ambientales, incluyendo los NP (nanopartículas) se mencionan frecuentemente como uno de los factores de riesgo. En este sentido, existe el hallazgo de nanopartículas de magnetita derivada de la combustión en los cerebros de pacientes con Alzheimer.
Si bien esas concentraciones mencionadas de NP pueden ser bajas debido a las efectivas barreras protectoras del cerebro, pueden ser problemáticas debido a la especificidad del tejido cerebral. Debido también a la capacidad limitada de los sistemas inmunológico y de eliminación del cerebro, las nanopartículas tienden a acumularse e inducir estrés celular durante períodos prolongados, causando estrés oxidativo crónico e inflamación, que a la vez puede dar lugar a cambios neurodegenerativos, y es justo en este sentido en el que se pueden producir anormalidades genéticas sorpresivas cada vez.
Las nanopartículas de biomineralización, tienen tanto los efectos agudos como los irreversibles en la cognición de la infancia, así como un efecto dañino de por vida. Hay un riesgo a largo plazo en los niños expuestos a una mala calidad del aire (O3 – ozono y nanopartículas) durante períodos cruciales del desarrollo del cerebro. Los niveles elevados de nanopartículas magnéticas biogénicas – BMNP se asocian con una serie de enfermedades humanas, incluidos los trastornos neurodegenerativos y el cáncer.
La cognición también puede verse afectada en edades más avanzadas debido a la capacidad de las nanopartículas de penetrar en los pulmones e inhibir el flujo de oxígeno en el torrente sanguíneo y en el cerebro.
El hierro es esencial para prácticamente todos los organismos vivos. Sin embargo, algunas formas de hierro son potencialmente tóxicas para las células vivas, tal es el caso de los elevados niveles de magnetita y sus efectos nocivos en el organismo.
La homeostasis normal del hierro se ve alterada en el cerebro en muchas enfermedades neurodegenerativas, siendo que han detectado nanopartículas de magnetita y maghemita en placas seniles y filamentos de tau en el tejido cerebral afectado por enfermedades neurológicas y neurodegenerativas, como la epilepsia y la enfermedad de Alzheimer. La concentración total de magnetita biogénica es 15 veces mayor en el cerebro de las personas con enfermedad de Alzheimer, que en los controles en algunos casos. Las nanopartículas de magnetita están presentes en los núcleos de las placas β-amiloides (βA), y están directamente unidos a los focos fibrilares βA. Se ha encontrado que, las nanopartículas de magnetita están directamente asociadas con las placas y los ovillos de la enfermedad de Alzheimer.
Se han detectado las mencionadas nanopartículas en diversos tejidos tumorales humanos, como en el caso de los melanomas, cáncer de mama, de ovario, de testículo, en el caso de sarcoma, meningioma, glioblastoma, astrocitoma, glioma y metástasis.

SÍNTESIS PREFRONTAL (I): CAMBIOS LINGÜÍSTICOS PREVIOS A LA REVOLUCIÓN DEL PALEOLÍTICO SUPERIOR EUROPEO
Francisco Conca Pardo
Introducción
El investigador en neurociencias Andrey Vyshedskiy describe la historia del lenguaje humano como un proceso dividido en dos fases: la “evolución” y la “revolución”. En la primera, ocurrida hace 2 millones de años, se dio un pausado y gradual crecimiento del vocabulario. En la segunda, situada 70.000 años atrás, ocurrió una “explosión” repentina de la combinatoria.
EVOLUCIÓN LINGÜÍSTICA
Expansión del vocabulario
El cambio gradual que describió el lenguaje mediante la adición de palabras nuevas, es decir, vocabulario, fue producto de las mejoras en el aparato vocal humano. En concreto, de la estructura y posición de muchos órganos que juegan un papel clave en la generación y modulación de vocalizaciones: laringe, lengua, musculatura de la boca, labios y diafragma, así como el control neurológico de la musculatura asociada. Gracias a estas nuevas posibilidades fonadoras, la síntesis de sonidos innovadores se flexibilizó. Esto derivó en un diccionario cada vez más extenso. Para que esta génesis de vocablos fuera posible, fue también necesaria la participación de algunas áreas cerebrales. El área de Wernicke se considera la encargada de alojar y gestionar el uso del léxico. Concretamente, participa en la asociación entre objetos y palabras. No en vano, se encuentra en las áreas 21 y 22 de Brodmann, parte de la corteza de asociación. Esta es la que permite, por tanto, las correspondencias entre significantes y significados.
Gramática y fusión
Pero un vocabulario rico no fue el único desencadenante de la evolución del lenguaje durante el periodo inicial. La gramática tuvo un papel fundamental. La capacidad para agrupar las fonaciones en sustantivos, adjetivos o verbos permite posteriormente la utilización de reglas y principios sobre ellos. Esta capacidad tradicionalmente se ha correlacionado con la actividad del área de Broca. De este modo, el lenguaje permite unir objetos sintácticos. Sirva de ejemplo la unión de sustantivo y adjetivo “humano fuerte” o de verbo y sustantivo “humano golpea”. Este proceso, conocido en el contexto lingüístico como “fusión” (del inglés “merge”), supone grandes ventajas pero también tiene algunas limitaciones. El Homo erectus, asentado en África, aprovechó estas ventajas. El jefe de una tribu podía seleccionar, haciendo un sonido concreto, al miembro más competente para cada tarea. El vocabulario le permitiría nombrar y diferenciar al individuo y la tarea escogidos. La fusión le permitiría combinarlos de forma rudimentaria. En el contexto de la expansión a otros territorios, le habría permitido delegar los trabajos de una forma mucho más eficiente. Sin embargo, la gran limitación de la fusión lingüística utilizada por estos humanos es la imposibilidad de hibridar conceptos. En este momento del desarrollo humano, resultaba imposible visualizar imágenes inéditas evocadas por palabras. Esa capacidad es llamada: Síntesis Prefrontal (SPF), y fue el desencadenante de la “revolución” del lenguaje.
Equivalentes actuales
En la sociedad actual podemos encontrar personas, es decir, Homo sapiens modernos, con un uso del lenguaje propio del de Homo erectus. Pueden articular palabras, utilizar símbolos numéricos y conceptos abstractos. Pueden mantener conversaciones abstractas o comprender una secuencia de imágenes verbales. Sin embargo, son incapaces de imaginar varios objetos o personas en una situación novedosa. Por ejemplo, les resulta muy difícil comprender la frase “¿dónde está el amigo de mi hermana?”. En ese contexto, declaran “sé dónde hay una hermana y un amigo, pero no sé quién pertenece a quién”. Del estudio de estas personas se destacan tres aspectos: cortex prefrontal dañado, no haber sido expuestos al lenguaje durante la infancia y dificultades para el uso del lenguaje y la imaginación.
REVOLUCIÓN LINGÜÍSTICA
Síntesis prefrontal
La SPF fue la chispa que prendió la hoguera de la revolución del lenguaje. La SPF es imaginación, pero no toda la imaginación es SPF. En el lenguaje coloquial, imaginación significa soñar, alucinar o visualizar un pasaje durante una lectura. Sólo el último de estos ejemplos corresponde a la SPF. Como se indicaba anteriormente, la SPF consiste en la combinación de conceptos para crear una imagen mental inédita. Cuando leemos la frase “¿dónde está el amigo de mi hermana?” combinamos las palabras “amigo” y “hermana” creando una imagen mental inédita: el amigo está ligado a la hermana. Comprendemos esta relación. Lo mismo ocurre con “un triángulo sobre un circulo” o “una taza dentro de un armario”.
Recursividad
La recursividad es sinónima de autorreferencia. Consiste en basar un proceso en su propia definición. En el campo de las matemáticas, encontramos ejemplos en los objetos con geometría fractal. En cuanto a la neurociencia del lenguaje, la recursividad es la responsable de combinar diferentes objetos y generar SPF. Las herramientas principales de la recursividad en el lenguaje son las preposiciones, las conjugaciones, el anidamiento y otros elementos recursivos. Una sola preposición puede elevar al cuadrado las imágenes que evoque un lenguaje. Y la existencia de diferentes preposiciones permite la creación de más imágenes que átomos tiene el universo. En la práctica, estos recursos permiten evocar imágenes infinitas con un lenguaje finito.
Corteza prefrontal lateral
La diferencia entre los diferentes tipos de imaginación y de uso del lenguaje radica en el correlato neuronal que producen. Durante la SPF se estimulan áreas cerebrales diferentes a las del sueño o las alucinaciones, así como del lenguaje no recursivo. En concreto, la corteza prefrontal lateral (LPC) es la encargada de combinar los objetos y permitirnos imaginar su relación. En el resto de casos, se dan procesos relacionados con otras áreas cerebrales.
Combinación de conceptos
Para comprender la combinación de conceptos debemos detenernos un momento en la síntesis individual de ellos. Un concepto aislado está formado por un conjunto de matices perceptivos multimodales: textura, olor, color o forma pueden ser algunos de ellos. Este conjunto de matices es procesado por diferentes neuronas, que quedan relacionadas en lo que se conoce como un conjunto o ensamble neuronal. Este mecanismo de plasticidad sináptica es la regla de Hebb, que podemos resumir coloquialmente como “las células que disparan juntas, permanecerán conectadas”. Una vez creados diferentes conjuntos neuronales, es posible hibridarlos mediante una estimulación sincrónica. Esto provoca una visualización combinada de conceptos en el “ojo de la mente”. El área encargada de esta estimulación simultánea es el LPC.
Sincronicidad
Un problema al que se enfrenta el LPC a la hora de transmitir estos impulsos nerviosos es la sincronicidad. Los variados conceptos que se pueden hibridar durante la SPF se apoyan en conjuntos neuronales que se encuentran a diferentes distancias del LPC. Para llegar a ellos al mismo tiempo, debe corregir y ajustar la velocidad de conducción de sus fibras. Esto se consigue mediante la regulación de la cantidad de mielina, una sustancia que envuelve los axones. Para acelerar la velocidad de conducción del impulso nervioso se debe aumentar el recubrimiento mielínico. Para ralentizarlo, se debe disminuir. Este proceso, conocido como mielinización, ocurre en gran medida durante la infancia.
Mielinización en la infancia
La exposición temprana a un lenguaje recursivo está relacionada con el desarrollo de la SPF. El mecanismo sugerido es que esta exposición altera las pautas de mielinización de las fibras que conectan el LPC y los conjuntos neuronales. Estos cambios en la velocidad de conducción provocarían una adecuada respuesta sincrónica durante el resto de la vida del individuo. Por el contrario, en los individuos con déficits en la SPF, este desarrollo parece haber sido alterado durante la infancia. Una mielinización diferente provoca una velocidad de conducción desajustada. En última instancia, la estimulación de los conjuntos neuronales por parte del LPC resultaría asincrónica, imposibilitando o dificultando la correcta SPF durante la vida adulta.
El desencadenante genético
La simulación mediante un modelo matemático del surgimiento del lenguaje recursivo no se ajusta a la temporalización propuesta para la evolución y revolución lingüística. Según el modelo, un grupo de 15 niños de entre dos y cinco años sería suficiente para inventar un lenguaje recursivo. Sin embargo, es algo que no ocurrió durante los 500.000 años que separan la aparición del lenguaje no recursivo del recursivo. Los investigadores explican este desfase temporal con un nuevo prerrequisito: un factor genético. Imaginemos que el periodo crítico de adquisición de SPF se diera antes de los dos años. Al no tener la capacidad del habla, sería imposible adquirirlo. Sin embargo, un cambio genético podría alargar el periodo crítico de adquisición de SPF, hasta los 5 años, permitiendo que se extendiera más allá de la adquisición del habla.
HIPÓTESIS DE RÓMULO Y REMO
Por todo lo anterior, A. Vyshedskiy considera que para que aconteciera la revolución del lenguaje recursivo y la SPF tuvieron que ocurrir dos circunstancias: una mutación que provoque la prolongación del periodo de aprendizaje y la estimulación con lenguaje recursivo durante el mismo. Pero surge un dilema: ¿qué vino antes, la recursividad o la mutación que permitía entenderla? La respuesta del investigador es que surgieron en la misma generación.
Retraso del periodo crítico y recurividad, simultáneos
Si hubiera ocurrido únicamente el retraso del periodo crítico de aprendizaje, esto hubiera supuesto un aumento en la mortalidad infantil insostenible para la población. La inmadurez prolongada aumenta el riesgo de muerte por imprudencias: ahogamientos, caídas, depredación, etcétera, hasta un 10%. Para que esta tasa de mortalidad infantil fuera sostenible en la población debería aumentar un 26% la de los adultos. Por ello se cree que el retraso del periodo crítico fue complementado con una adquisición simultánea de SPF. Estas herramientas de planificación habrían permitido una mejora de la caza que justificaría ese aumento de la supervivencia adulta. Esta mejora puede ser extendida a las siguientes generaciones y a lo largo de varias tribus.
Recursividad inventada por infantes
Es común que infantes que viven juntos desarrollen un “lenguaje secreto”, en un fenómeno conocido como criptofasia. Varios infantes pudieron haber creado un “lenguaje secreto” recursivo. Este lenguaje pudo haber supuesto suficiente estimulación durante el periodo crítico de aprendizaje para adquirir SPF.
La SPF en el registro arqueológico
Basándonos en el registro arqueológico, la primera evidencia de SPF ocurrió hace 65.000 años como muy tarde. Algunas de estas evidencias son: arte figurativa compuesta, agujas de hueso con agujero, construcción de viviendas, entierros elaborados junto a una rápida colonización global, desaparición de la megafauna del Pleistoceno.
- Objetos compuestos que no existen en la naturaleza. Hombre y mujer león, pájaro-caballo-humano surgido de combinación entre personas y animales.
- Mejora de herramientas de piedra. Estos objetos no tienen precedente por lo que no han sido recordados, sino imaginados antes y durante su elaboración. Los chimpancés no pueden, aunque se les intente enseñar. Sin embargo, personas con deficiencias en SPF logran hacer trabajos manuales. El ejemplo inequívoco es la fabricación de agujas de coser, ya que requiere de la visualización del proceso de cosido sin precedentes.
- Diseño y construcción: Para la construcción de una vivienda se necesita una fase previa de planificación visual. Esta se da mediante una planificación visual que implica la SPF. Los primeros restos arqueológicos de construcción de viviendas que requieren planificación se sitúan hace 30.000 años.
- Entierros con adornos y creencias religiosas. Personas con déficit en SPF no pueden imaginar deidades o seres mitológicos. Por tanto, las evidencias de creencias religiosas se pueden asociar a la SPF. Se asumen como evidencias los enterramientos con ajuares funerarios. El enterramiento más antiguo de estas características se sitúan hace 100.000 años, con esqueletos humanos teñidos intencionalmente de ocre rojo. Sin embargo, cabe la posibilidad de que este ocre fuera utilizado para proteger la piel de los insectos, por lo que se considera ambiguo. Por ello, se considera inequívoco el enterramiento hace 30.000 años de dos menores y un macho adulto vistiendo una túnica adornada con abalorios y rodeada de objetos decorativos y útiles.
- Rápida colonización global y migración a Australia. Homininos previos al Homo sapiens, como el Homo erectus, migraron a Europa y Asia. Esta colonización de nuevas tierras comprende una extensión y una velocidad sin precedentes. La migración a Australia conllevó el diseño y fabricación de emarcaciones, algo que se considera imposible sin la intervención de la SPF.
- Construcción de trampas para animales y desaparición de la megafauna del Pleistoceno. La construcción de una trampa para animales requiere una planificación e imaginación difícilmente alcanzable sin SPF. Son ejemplos de ello las trampas de caída, que consisten en cavar un pozo profundo y cubrirlo con ramas y troncos. El proceso de construcción sería el siguiente: simular las formas de construir la trampa, imaginar el proceso de construcción y comunicar el plan a la tribu. La realización de trampas que requieren SPF está relacionada con la desaparición de la megafauna del Pleistoceno y las migraciones humanas rápidas y extensas.
Conclusiones de la evidencia paleontológica
La evidencia paleontológica, por tanto, ubica el surgimiento de la capacidad de SPF entre 75.000 y 62.000 años atrás. Este cambio abrupto hacia la imaginación moderna es llamado “Revolución del Paleolítico Superior”, “Revolución cognitiva” y “Gran Salto Adelante”. Se considera que un número reducido de personas adquirieron SPF y formaron una nueva población de individuos, esto es, asentaron el rasgo mediante efecto fundador.

SÍNTESIS PREFRONTAL (II): EL PRELUDIO DE LA TOMA DE DECISIONES COMPLEJA
Raquel Martín Ríos
Síntesis prefrontal como preludio de la toma de decisiones compleja.
La relación entre desarrollo cerebral y evolución neurocognitiva ha sido objeto de interés en múltiples campos de estudio. No obstante, si ambicionamos conocer las singularidades de este hito evolutivo debemos partir desde una perspectiva compresiva del fenómeno que considere tanto al reduccionismo más estricto, adscrito a la dependencia génica de sus correlativos fisiológicos, como a la corriente explicativa psicosocial que reconozce la subordinación de la neurocognición a factores ambientales. Por lo que, en base a su naturaleza, convendría concebir el desarrollo neurocognitivo como un fenómeno multifactorial que ratifica la acción sinérgica de factores múltiples. A esta complejidad derivada de la investigación de un fenómeno multicausal se suma la imposibilidad de acceso a pruebas empíricas para contrastar la cronología neurocognitiva filogenética. No obstante, la investigación reciente ha manifestado que el modelo evolutivo del género Homo se asemeja al patrón de expansión y maduración cerebral característico de la etapa postnatal humano. Concretamente, la expansión cortical posnatal que se produce en corteza temporal (lateral), parietal y frontal es casi el doble que en áreas occipitales representando un desarrollo diferencial tanto anatómica como funcionalmente. Por lo que se estima que muchas de estas regiones corticales que se expandieron de manera tardía, en el contexto filogenético, continúan bajo el influjo de la presión evolutiva al permanecer estructuralmente más inmaduras durante la gestación. Posteriormente, la expansión postnatal quedará sujeta a eventos celulares como la sinaptogénesis, arbolización dendrítica, la gliogénesis y mielinización intracortical.
En efecto, el dilatado proceso de evolución funcional neurológico establecería sus bases en un aumento de la superficie de ciertas áreas críticas que a posteriori fomentarían la consolidación de un sistema de redes neuronales sofisticado y raudo. Pese a la existencia de correlatos anatómicos de percepción y procesamiento de información comunes entre especies más primitivas del género Homo y el ser humano moderno, se desprende la necesidad de la irrupción de categóricos cambios estructurales que constituyeran puntos de inflexión en la trama filogenética. Dichos cambios en la neuroanatomía cerebral, tanto de naturaleza cuantitativa como cualitativa, podrían ser originadas por continuas afecciones ambientales. Por esta razón, surgen varias hipótesis interpretativas que intentan desgranar las relaciones causales imbricadas en estos saltos evolutivos circunstanciales del desarrollo cerebral. Desde la necesidad filogenética de limitar el tamaño del cerebro para facilitar la viabilidad del parto (hipótesis obstétrica), a minimizar el uso de recursos prenatales en regiones menos cruciales para supervivencia inmediata (hipótesis energética) hasta facilitar que factores socioculturales intervengan la maduración y la diferenciación (especialización) cortical posterior. No obstante, la investigación empírica si que adquiere consenso al deducir la existencia de una etapa crítica indispensable para un propicio desarrollo neurológico. Por lo tanto, se presume que tanto en la evolución filogenética como ontogenética coexiste un periodo crítico caracterizado por el engrosamiento cortical paulatino seguido de aceleradas etapas posteriores de cambios en el desarrollo microestructural de la materia blanca y de materia gris vinculados al sustento de los procesos cognitivos. Este patrón de desarrollo filogenético se manifiesta en el modelo ontogenético, ya que estudios clínicos evidencian que una mayor capacidad cognitiva se asocia a un desarrollo lento durante el primer año de vida seguido de una cascada de efectos madurativos posteriores más rápidos. Este escenario crítico se explica porque la mielinización lenta coincide con un aumento de sinaptogénesis propiciando así una atmósfera permeable y moldeable por influjos socioculturales. Particularmente, se ha evidenciado que la mielinización de la sustancia blanca desempeña un papel importante en el procesamiento cognitivo al proporcionar comunicación de alta velocidad en las redes cerebrales, lo que viabilizó el desarrollo ulterior de la neurocognición humana moderna.
Por lo tanto, el desarrollo neurológico está marcado por el desarrollo estructural de áreas temporal, parietal y frontal, que persisten incluso en etapa postnatal humana, y por procesos de mielinización y sinaptogénesis que organizan redes eficientes de procesamiento. Este modelo de conectividad funcional por redes permitiría una comunicación espacial entre estructuras, incluso en áreas distales del cerebro, con la especialidad de fusionar diferentes modalidades sensoriales (áreas asociativas del córtex). Por lo que se trasluce un sistema organizado de estructuras jerárquicas que permiten una alta coordinación al mínimo coste energético. En el mismo sentido, el procesamiento de información está sujeto a previsibles restricciones operativas condicionadas por una robusta carga ambiental. Por ejemplo, varios estudios han demostrado el incipiente aumento en el humano moderno de estructuras cerebrales esenciales para promover un comportamiento social, como el núcleo amígadaliano y diversos componentes límbicos adscritos al lóbulo frontal en contraste con sus ancestros del género Homo. De estos axiomáticos presupuestos, resultaría factible proponer que de esta crítica etapa se desprende una estrategia evolutiva basada en la consolidación, maduración y especialización de los correlatos neuroanatómicos cognitivos amparados y subordinados por una estimulación perimetral de perfil ambiental.
El contexto como agente disruptor demandante de adaptaciones.
En este punto, surge la necesidad de aplicar una aproximación multinivel que integre factores de índole sociocultural a fin de superar posibles sesgos reduccionistas que disipen todo recursocompresivo. Por lo que, asumiendo que el engrosamiento cortical y la reorganización cerebral representarían el eje diferencial que nos aleja de otros mamíferos, era inevitable una irrupción de heterocronías concomitantes a esas modulaciones de la estructura anatómica-funcional. Concretamente, se precisaba la especialización de algunas estructuras de la corteza a través de una reorganización de los neuropilotos y los sistemas de neurotransmisores. Especial mención merece el papel de la dopamina (DA) al establecerse como el neurotransmisor clave en la adaptabilidad del cuerpo y el cerebro al estrés térmico ambiental y como principal suplemento de los circuitos subcorticales regulando los procesos cognitivos básicos como memoria, razonamiento y lenguaje.
Como era de esperar, todo cambio en el cerebro implica importantes repercusiones conductuales y cognitivas. Por lo que la reorganización en mosaico, necesaria para el asentamiento del procesamiento emocional y social, promovió la generación de capacidades exaptativas sujetas al pensamiento y adscritas al lenguaje. Aunque paralelamente, las propias variables ambientales y socioculturales desempeñaban agentes motivacionales per se, reclamando una adaptación al entorno. Particularmente, el ambiente impulsaría una serie de hitos cognoscitivos a fin de cubrir unas necesidades sociales resultado de las dinámicas grupales e inherentes a la propia convivencia y organización social. En primer lugar, dentro de los esquemas del pensamiento se delimitaría el constructo mental de la propia individualidad (la autorreferencia). Posteriormente, el contexto sociocultural impulsaría la autoconciencia social (deseos y motivaciones que guíen las conductas) y, finalmente, la interiorización de conceptos espacio-temporales (consecuencias largo/corto plazo) que responderían a una demanda utilitarista en la problemática social histórica. En este sentido, los restos arqueológicos muestran indicadores confiables de la presencia de cualidades cognitivas en las diversas etapas de la evolución. Especialmente, la cultura material, los sistemas de almacenamiento y procesamiento de alimentos junto con procedimientos de registro y numeración encarnan correlatos comportamentales de funciones cognitivas superiores tales como la memoria de trabajo, cognición procedimental, proyección de la acción, gratificación demorada, etc. En este punto surge el concepto de síntesis prefrontal (síntesis mental) entendido como la capacidad mental para promover la sintetización de imágenes mentales novedosas a raíz de huellas mnémicas. Tal fenómeno se basa en un proceso consciente de proyección de imágenes mentales adscrito a la corteza prefrontal lateral que procesaría información espacial correspondiente al lóbulo parietal e información de diferentes modalidades que codificadas tanto el lóbulo occipital y como el lóbulo temporal. Por lo que la síntesis prefrontal abarcaría un procesamiento múltiple caracterizado por la integración de flexibilidad cognitiva espacial y categórica al condensar representaciones mnémicas en imágenes mentales novedosas de acuerdo a reglas.
Tomados en conjunto, la capacidad de toma de decisiones podría surgir desde un punto evolutivo donde los requerimientos de cierta organización conductual (dentro o fuera del área de acción) exigirían un desplazamiento mental espacial y temporal. Esta forma de relacionarnos con el medio proporcionó una mejora adaptativa que promovió el desarrollo cognitivo de capacidades complejas tales como la planificación y la previsión. Por lo que se asume que, en un primer momento la toma de decisiones fue un proceso arcaico y esporádico que mutaría a un comportamiento diario y consolidado, ya que estas capacidades superiores implican un alto
grado de simbolismo en el lenguaje. Aunque las contribuciones desde la arqueología y la paleontología nos aluden a muestras conductuales de planificación y resolución de problemas que van más allá del sustrato simbólico e instrumental del lenguaje. Por lo que tendría sentido presuponer que el fenómeno de síntesis prefrontal sustenta cierta base subyacente en los procesos de toma de decisiones puesto que solicitan un procesamiento múltiple de estímulos actuales, archivados en la memoria y referentes a estimaciones de las consecuencias que pudieran extraerse. Por lo que, tanto los factores contextuales como las experiencias vicarias juegan un papel determinante en este sofisticado proceso cognitivo.
Neuroanatómicamente, se ha demostrado que durante la ejecución de tareas clásicas empleadas en el estudio de toma de decisiones compleja se activan principalmente áreas del córtex orbiotofrontal medial y lateral izquierdo. Zonas caracterizadas por integrar aprendizajes complejos y estados internos donde el área ventromedial (CPFvm) simboliza un lugar clave en el procesamiento de información sensorial, mnésica, emocional y de carácter somático. Mientras que el área lateral, relacionada con el fenómeno de la síntesis prefrontal, cotejaría reactivaciones de estímulos de carácter más cognitivo donde las funciones ejecutivas, atencionales y de memoria de trabajo supervisarían dicho proceso. No obstante, todavía persiste el debate en lo que a su funcionalidad se refiere ya que se presume que la corteza lateral también podría participar en la activación de recursos esenciales, tales como la memoria de trabajo, para el soporte competente en el proceso de toma de decisiones complejas.
En conclusión, todavía existente múltiples incógnitas pendientes en lo relativo al entendimiento del desarrollo neurocognitivo. Pese a que ciertos procesos son inmutables e inseparables del periodo crítico, como la poda sináptica, el gran desafío de la neurociencia reside en tratar de decodificar las bases de los mecanismos que impulsan esos periodos creadores para abrirlos en otras etapas del proceso de la vida.

PROCESO DE COEVOLUCIÓN DEL HUMANO MODERNO Y EL PERRO
Consuelo Rodríguez Carretero
“Eres responsable de lo que domesticas”,
Antoine de Saint-Exupéry (El principito)
El objeto de esta revisión es aglutinar las evidencias que sostienen que el proceso de autodomesticación humana ha estado ligado estrechamente a la domesticación del perro de tal modo que es más propio hablar de coevolución de ambas especies.
Tomaré como en consideración varios estudios en torno a la interacción perros-humanos y su proceso de domesticación, pero el principal referente es la reciente y completa publicación de Benítez-Burraco et. al. (2020) para avalar la hipótesis de la existencia de un circuito de retroalimentación entre la autodomesticación humana y la domesticación del perro, y la contribución de este reforzamiento mutuo a determinados aspectos del proceso de evolución de nuestro lenguaje. Para su respaldo, el equipo investigador expone y valora evidencias arqueológicas, etológicas, fisiológicas y genéticas.
La tesis principal es que las interacciones humano-perro habrían incidido positivamente en el largo proceso de autodomesticación humana, favoreciendo un mejor manejo de la agresión y un desarrollo de aspectos sutiles de la comunicación que habrían contribuido a la complejidad del lenguaje humano. Es decir, se trata de considerar el proceso de domesticación desde la interacción humanos-perros, bajo la óptica de la domesticación paralela de ambas especies y centrando la atención en el eje de la interacción social, la comunicación y el lenguaje.
Considerando la hipótesis del “Síndrome de domesticación” (Wilkins et al., 2014) que establece que la domesticación produce características comunes en los mamíferos y cambios en comportamientos y habilidades cognitivas a través de modificaciones cerebrales (Sánchez-Villagra et. al., 2016), la especie humana presentaría muchos de estos rasgos propios de la domesticación (Wilkins et al., 2014). Es a partir de ella que se explicarían aspectos de nuestras prácticas sociales y culturales complejas y nucleares, es decir, de nuestro fenotipo distintivo humano: cooperación, cognición social, redes sociales generalizadas y sofisticación tecnológica (Hare, 2017); y procesos que permitieron la evolución cultural del lenguaje, concretamente, la capacidad de inferencia comunicativa (Kirby, 2018). También el manejo de la agresión resultante explicaría la creciente complejidad del lenguaje y su impacto en los comportamientos (Progovac y Benítez-Burraco, 2019).
Por su parte, el perro exhibe la mayoría de las características distintivas del Síndrome de domesticación (Sánchez-Villagra et al., 2016). Al igual que en la especie humana, el proceso resultó de la selección para la mansedumbre; sus habilidades cognitivas se desarrollaron estrechamente ligadas a las sociales; y además, existen determinantes genéticos comunes en perros y humanos que explicarían la sociabilidad asociada a la domesticación. Así, los genes seleccionados en perros se superponen con los genes seleccionados en el humano moderno (Theofanopoulou et al., 2017) y hay regiones cromosómicas bajo selección positiva en perros asociadas con aspectos de nuestro comportamiento social distintivo (VonHoldt et al. 2017). Además, existe una convergencia sobre la base genética de aspectos de la domesticación del perro, autodomesticación humanas y enfermedades cognitivas que afectan habilidades sociales comunicativas. Genes seleccionados positivamente en humanos están enriquecidos en la domesticación de perros y se encuentran desregulados en personas TEA.
A lo largo de varias decenas de milenios, aprox. 4-4,5 en Europa, la domesticación de perros ha resultado en una selección para las habilidades sociales para mejora de la comunicación en comportamiento y apariencia, y mayor capacidad para la asociación y colaboración con el humano. Resulta relevante al respecto la similitud exhibida por lobos y humanos en cuanto a su compleja mímica, atención conjunta y comunicación vocal (Nagasawa et al. 2011; Merch et al. 2009); y al equipamiento de neuronas espejo, funciones límbicas comparables y funciones de inhibición prefrontal (Rizzolatti, 2004 et al.) que permiten empatía interespecífica y Teoría de la Mente (ToM) (Català et al. 2017).
Siguiendo las huellas de la reciente divergencia entre perros y lobos, Cagan y Blass (2016) hallan señales de selección positiva de genes involucrados en la respuesta de lucha y huida en las etapas iniciales de domesticación que contribuyen a reducir la agresión y el miedo hacia los humanos. Yan Li et al. (2014) hallaron que la selección positiva en genes del metabolismo del glutamato se produjo durante la domesticación del perro y explicaría su cambio de comportamiento. Proponen una hipótesis de “selección de platicidad sináptica excitadora” para explicar la domesticación exitosa de perros a partir de lobos, según la cual las habilidades de aprendizaje y memoria afectadas facilitarían un cambio de comportamiento y exposición prolongada a los humanos que les ayudó a comprender nuestros gestos. En esta línea, Jung y Pörtl (2015) evidenciaron que trabajar con una especie diferente reduce la actividad del eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA), resultando generalment una sociabilidad mejorada y favoreciendo cambios asociados a la autodomesticación. De modo que la interacción con perros reduce las señales fisiológicas desencadenantes del estrés y la agresión reactiva. También se reducen los niveles de cortisol y se propicia la liberación de serotonina y oxitocina. Estos mecanismos juegan un papel crucial en la afiliación y vinculación, teniendo un impacto determinante en comportamiento prosocial, aspectos cognitivos clave, crecimiento dendrítico y aprendizaje. La sensibilidad para los neurotransmisores prosociales y neuropéptidos como serotonina y oxitocina podrían haber aumentado de manera constante y formar un circuito de retroalimentación positiva. Además, existen firmas genéticas comunes perros y humanos de selección de procesos fisiológicos implicados en la domesticación, y en ambos, el gen receptor de oxitocina OXTR está relacionado con diferencias en el comportamiento social (Nagasawa et al. 2015; Schaschi, 2015; Shilton et al., 2020; vonHoldt et al., 2020).
Por otro lado, es importante señalar los efectos de la interacción hombre-perro en sus fenotipos anatómicos, conductuales y cognitivos afectados por la domesticación. Kaminski et al. (2019) hallaron que los perros desarrollaron un músculo para levantar la parte interna de la ceja en su domesticación, rasgo que supondría una ventaja para comunicación visual con el humano. Sin embargo, para ilustrar los efectos de la domesticación en fenotipos y mejora de la comunicación entre perros y humanos, cabe remitirse al proceso de diversificación del perro en diferentes razas. Las razas son poblaciones con rasgos altamente especificados desarrollados para cumplir funciones especializadas en la sociedad humana (Schoenebeck y Ostander, 2014; Zhang et al., 2020). Esta especialización por rasgos seleccionados tiene reflejo en la anatomía del cerebro del perro en áreas implicadas en la comunicación (Hecht et al., 2019; Frederik, 2019). La evolución cultural y la domesticación humana se reflejan en la evolución del perro. Existen otras muestras concretas de coevolución real tales como la adaptación de los perros a una dieta rica en almidón o a la gran altitud de las montañas.
La relación estrecha entre perros y humanos pudo tener un impacto en los aspectos cognitivos centrales del humano anatómicamente moderno (AHM). Los contactos entre humanos y perros promovieron características de autodomesticación tales como la atención a estímulos sociales, la interacción prosocial y la comunicación, las habilidades de aprendizaje social y el lenguaje. Como señala Benítez-Burraco, la comunicación no verbal mejorada en perros es el resultado del contacto con humanos, así como también la habilidad especial de esta especie para interpretar el lenguaje humano (Fugazza y Miklósi, 2020). Tal y como demostró el equipo de Miklósi, los perros están mucho más atentos a los rostros humanos que los lobos, incluso los lobos socializados; y esta diferencia de comportamiento sería resultado de la cría selectiva durante la domesticación. Parece oportuno también, aunque sea a modo indirecto, hacer referencia a la «hipótesis del ojo cooperativo» del equipo del profesor Tomasello, que sugiere, al respecto de la exhibición de la esclerótica blanca en la especie humana, que la cooperación entre humanos se vio facilitada por la capacidad de reconocer dónde miraban los demás. Cabe asumir que el perro “se beneficiara” de esta facilitación en las interacciones con el humano, en el marco de las comunicaciones silenciosas vía mirada y gestos para actividades como la caza o la defensa frente a otros depredadores. Si bien hay escasos estudios que demuestren desempeño basándose solo en la clave de la mirada, Miklósi et al. (1998) demostraron que los perros pueden aprender a guiarse solo con la clave “dirección de la mirada” luego de repetidos ensayos.
Donde sí hay consenso es en considerar que las habilidades orientadas al lenguaje humano en perros son notables. No solo aspectos supralingüísticos (melodía y entonación, cariz emocional), sino también léxicos: nombres de objetos (Fugazza y Miklósi, 2020), procesamiento palabras/pseudopalabras y especialización hemisférica (Gábor, A. et al., 2020). Este último equipo ha hallado evidencias de un procesamiento jerárquico de las palabras habladas en el perro. Este cuenta con regiones auditivas que responden al habla humana, pudiendo disociar la información prosódica léxica y emocional de las palabras habladas por los humanos, y revelando un procesamiento diferencial para palabras significativas y no significativas. Cabe esperar que en un futuro pueda determinarse si que el proceso neural que subyace al efecto léxico refleja el reconocimiento de secuencias de sonidos o la extracción del significado de las palabras. En todo caso, no deja de ser sorpendente este hallazgo de “procesamiento del habla en una especie sin habla”, como muy bien expresa el equipo húngaro.
Así pues y recapitulando, hay suficientes evidencias de los efectos de la autodomesticación en humanos que incidieron en la mejora de las habilidades para la comunicación: agresión reactiva reducida, mejora comportamiento y habilidades para la cooperación, mejor aprendizaje social, memoria de trabajo, inhibición emocional, funciones ejecutivas, ToM mejorada y cambios en función y anatomía cerebral debido a aumento contacto prosocial. El equipo de Benítez-Burraco considera que la modificación crucial en este proceso de autodomesticación fue la integración del lobo en la estructura social humana. La convivencia y comunicación con ellos promovió la potenciación de las habilidades citadas y en general, la mejora en las capacidades cognitivas.
La domesticación del perro se produjo en el mismo periodo que la autodomesticación humana alcanzó su punto álgido, hace 45-40 kya. Hay restos arqueológicos de entierros de perros en el paleolítico que muestran el vínculo emocional entre ambas especies y su consideración como un miembro del grupo. Este contacto e interacción interespecie contribuyó a reducir la agresión reactiva en ambos al tolerar a los no familiares. Las características definitorias del humano anatómicamente moderno (AHM) aparecen de manera lenta y gradual, no brusca ni a modo de revolución, en los humanos que poblaban África, no Europa (Brooks y McBrearty, 2000). La acertada óptica de la graduación lenta sirve de enfoque para considerar que la domesticación del perro es anterior a la aparición de extensas redes sociales humanas que involucran individuos no relacionados, que se generalizan en periodo Magdaliense, hace aprox. 12 kya (Vanhaeren y d’Errico, 2006; Schwender, 2012). Benítez-Burraco y Progovac (2018, 2019) apuntan a que esta capacidad de interactuar con personas fuera de parentesco pertenece a últimas etapas de la evolución del lenguaje, la del surgimiento de los idiomas. Las lenguas son resultado de un proceso cultural y la autodomesticación se ha relacionado con una mayor complejidad estructural de las lenguas, con la pragmática modelada por el aumento de la autodomesticación. Así, llegamos a la tesis final de la revisión del equipo de Benítiez-Burraco: si la coexistencia-interacción humano-can contribuyó en un bucle de retroalimentación a exacerbar nuestras características de autodomesticación, es asumible que tuviera impacto también en habilidades lingüísticas, incluida estructura y uso del idioma.
Maravilloso blog solo con leer las primeras letras…
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Gracias por tus palabras, Alejandra. Un abrazo y Felices Fiestas.
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