📖 🐍 Sobre las llamadas de alerta de los monos verdes y la Hipótesis de la Detección de Serpientes.
Cognición Animal & Arqueología Cognitiva
Artículo escrito por Mateu Antich Sánchez, estudiante de Biología y futuro primatólogo.
Los monos verdes y sus señales
El mundo es un lugar asombroso, en parte, gracias a que existen animales como los monos Chlorocebus. Estos monos son primates africanos que viven en grupo, como la mayoría de especies de primates cercopitécidos. Muchas veces son considerados una plaga, una imagen generalizada en los países que habitan dadas las tensas relaciones que han tenido con los seres humanos y a que son especies generalistas, comen de todo y se adaptan a prácticamente todo. Además, si hay otro punto por el que son conocidos es que evitan a sus depredadores a través de llamadas de alerta, específicas en función del tipo de especie que quieren evitar. Este aspecto está muy estudiado y es aquel en el que incidiré a lo largo de esta entrada.
Existen un total de seis especies del género Chlorocebus pero nuestra protagonista será Chlorocebus sabaeus o, yendo al nombre fácil, el mono verde. Estos primates destacan junto a otras especies de Chlorocebus en presentan llamadas específicas de alerta en función del depredador avistado u oído. Cuando esto fue descubierto en vervets (Chlorocebus pygerytrus) allá por la década de los 60 tuvo un gran impacto en el mundo de la lingüística, porque esto suponía (en teoría) que ciertos animales poseían la capacidad de discernir entre elementos y eran vocalmente capaces de alertar de la presencia de un animal u otro. Cuando el estudio que anunciaba esto fue publicado, incluso se llegó a cuestionar si estas llamadas tenían carácter semántico. Todo ello había y hay que cogerlo con pinzas, pero para tratar de esclarecer que se esconde detrás de las llamadas de alerta de estos monos se han publicado diversos artículos muy interesantes.
Para indagar en los artículos es necesario responder a una pregunta, ¿para qué necesitan tener llamadas de alerta diferentes? La respuesta es muy sencilla. Pongamos como ejemplos tres de los animales que depredan sobre los monos verdes, como son los leopardos, las águilas y las serpientes. Si el depredador es un leopardo, la huida del mono será hacia arriba, hacia los extremos de las ramas del dosel de los árboles que se hacen más inalcanzables para el felino. Si el depredador es un águila, la huida, en cambio, será hacia abajo, para evitar la exposición aérea al máximo. Por último, si el depredador es una serpiente, la reacción será la de ponerse a dos patas porque disminuye la probabilidad de una mordedura. Al tener llamadas de alerta específicas las respuestas ante un depredador son más eficientes, casi reactivas, y si bien no se asegura la supervivencia de todos los miembros del grupo, se asegura que ninguno de ellos vaya directamente y de frente hacia su muerte.
Un larga historia evolutiva
En el primer estudio que mencionaré se planteaban una serie de experimentos en los que se exponía a los monos verdes frente a modelos animales de un leopardo y de serpientes, así como a sus respectivos sonidos. Además, se reproducían llamadas de alerta del grupo previamente grabadas en distintas condiciones para ver que manera reaccionaban ante ellas. De este se obtuvieron conclusiones interesantes. En primer lugar, los monos verdes eran capaces de discernir entre una llamada de alerta producida al ver a un leopardo y la producida al ver a una serpiente, ante la cual se disponían sobre dos patas lo cual reduce la probabilidad de ataque a la mitad, pues estas tienden a atacar desde abajo si se encuentran en el suelo. En segundo lugar, los resultados indicaban que sin su contexto visual no se les daba tan bien lo de discernir entre llamadas.
El último punto hacía cuestionarse si realmente su capacidad de distinción es tan elevada, si la llamada requiere siempre de la visualización del depredador. ¿Significa esto que las llamadas no sean específicas? No, es evidente que las llamadas son distintas en su sonoridad entre sí, por lo tanto, pese a obtener mejores resultados cuando las llamadas estaban en un contexto, se hacía evidente que los monos verdes podían reconocerlas, pero ¿lo hacían a través de transmisión cultural o existía una parte innata, o más bien especietípica, en la reacción?
Aquí es donde entra segundo artículo. Por sorprendente que parezca, hay lugares en el mundo donde hay monos invasores. Aquí tenemos gatos a montones y en Barbados tienen montones de monos verdes. Introducidos en dicha isla del Caribe hace más de 300 años gracias al tráfico de esclavos, los Chlorocebus sabaeus americanos ofrecían una oportunidad única para conocer la naturaleza del miedo en frente de depredadores.
Los resultados, como no podía ser de otra manera, complicaron aún más la comprensión total de estas llamadas de alerta. Pese a haber estado unos 350 años aislados, sin la presencia de ciertos depredadores, reaccionaban igualmente a su imagen. El experimento se realizó usando imágenes de leopardos y otros animales no predadores, se ofrecía una recompensa junto a la imagen para ver si los monos verdes se acercaban. Se vio como reaccionaban ante los ojos de leopardo (ya fuese situados en la cara del propio leopardo o, mediante un montaje, en la cara de un facocero) y a sus manchas, sobre todo a estas últimas.
Teniendo en cuenta el aislamiento de esta población de Chlorocebus sabaeus (varias generaciones de monos verdes sin ver a un leopardo) estos resultados eran viva muestra de que, al menos parcialmente, el miedo y las llamadas de alerta de los monos verdes frente a un depredador tenían origen genético y que pese a ser un sistema comunicativo, esto está lejos de compartir los mismos mecanismos del lenguaje en humanos. Sea como fuere, esto dejaba claro que la reacción sí tenía un factor innegablemente innato.
Pero esto aún no termina así, de momento por lo anteriormente leído imagino que el pensamiento lógico sería el de creer que las llamadas de alerta son un comportamiento innato condicionado culturalmente y diferenciado a lo largo del tiempo. Aunque para conocer si esto último es así, sería interesante que se realizará un estudio, como el de Barbados, donde se mostrasen a los monos verdes imágenes de distintos de los depredadores que pueden encontrar en África sin haberlos visto nunca.
Para intentar esclarecer este último punto tenemos un estudio, realizado hace pocos años, en el que se exponía a los monos verdes a un depredador nunca visto y que no tenía ninguna intención de matarlos, un dron. ¿Y qué se sacó de esto? Pues algo fascinante, como todo lo que rodea a la comunicación de este género primate. Se vio cómo las llamadas de alerta producidas ante la presencia del dron era muy distintas a las demás frente a otros depredadores, pero muy semejantes a las que los vervets producen en frente de un depredador aéreo. Es decir, que las llamadas de alerta no solo dentro de la misma especie, sino en el género, se asemejan más cuando más parecida ha de ser la respuesta ante el depredador.
Muchos artículos, muchos años, muchos avances, pero el tema vocal del género Chlorocebus no pierde su interés. ¿Es un comportamiento puramente innato el chirriar, por ejemplo, ante una serpiente? ¿Es la tradición cultural de la especie lo que ha distinguido las diferentes llamadas? ¿Qué nos pueden decir las llamadas de alerta de estos monos sobre el origen de nuestro lenguaje? La señalización o comunicación tiene una larga historia evolutiva en las especies, y buena parte de esta capacidad está destinada a no ser devorado por depredadores, otra buena parte a hacer conocer a los demás tu disposición para las cópulas y el resto expresa estados internos. Todas estas razones son abordables, pero se me hace especialmente interesante la primera y, principalmente, poniendo como ejemplo uno de los grandes depredadores a los que nos hemos enfrentado los primates a lo largo de nuestra historia evolutiva.
La Hipótesis de la Detección de Serpientes
Las serpientes siempre han estado allí donde nos hemos paseado los primates y prácticamente desde el mismo momento en el que aparecimos ambos grupos, a finales del Cretácico Tardío. La idea de que las especies de distintos clados interactúan a nivel evolutivo y se transforman mutuamente en una carrera se hizo realmente popular en 1973 con la Hipótesis de la Reina Roja, de Van Valen, por la cual «los organismos (especies, géneros, familias, órdenes, etc.) deben adaptarse, evolucionar y proliferar constantemente para sobrevivir mientras compiten con otros organismos en continua evolución, en un entorno además en constante cambio, y conseguir así una ventaja reproductiva frente a sus rivales«. En este sentido, la aparición de las serpientes se ha planteado como una presión evolutiva para los primates y viceversa. Y digo viceversa porque podemos encontrar ejemplos como el de las cobras, que escupen a los ojos probablemente en coevolución por la presencia de de los primeros homininos bípedos.
Pero volviendo a cómo nos defendemos, en primer lugar, se ha especulado que ha sido una presión evolutiva que ha modificado nuestro propio sistema visual. Si bien se ha hecho mucho hincapié en la vida arbórea como el hábitat ancestral de la inmensa mayoría de nuestro orden, a nivel evolutivo se ha intentado esclarecer por qué tenemos visión esteroscópica y a color que nos permite desplazarnos y obtener recursos tróficos, como frutas, hojas, insectos y otros propios de estos sistemas. Sin embargo, Isbell (2006) planteó que las serpientes también formaban parte de las razones de por qué tenemos la visión tan característica de nuestro orden, aunque posteriormente fuera descartado por otros autores. En otro estudio compararon filogenéticamente a aquellas especies que tienen un historial más largo de simpatría con las serpientes venenosas y que tuvieran más probabilidad de encuentros con estas pero no encontraron pruebas apoyaran esta hipótesis, además de que no se hace necesaria la visión estereoscópica para detectar depredadores, como pasa en la inmensa mayoría de especies que pastorean.
En segundo lugar, otro aspecto importante es que si incluimos a especies que habitan junto a serpientes no venenosas, como pasa en Madagascar, la visión estereoscópica sigue estando presente en los lémures y no se enfrentan a estos peligros. Sin embargo, la relación entre ambos grupos de animales sí se observa en términos de resistencia de los monos afroasiáticos ante las alfa-neurotoxinas de las serpientes venenosas pero no en primates aislados durante millones de años, como los lémures de Madagascar. Además, en tercer lugar, sí explica el arousal y el conjunto de conductas que presentan las especies que ven serpientes y reaccionan ansiosamente, como pasa con los afroasiáticos.
En dos estudios sobre un tipo de reacción ascendente denominada Negatividad Posterior Temprana (NPT, o EPN en inglés) en humanos probaron la Hipótesis de la Detección de Serpientes, pero no desde el paradigma de la visión estereoscópica y tampoco en cuanto a la resistencia a venenos, sino abordando la reacción que desencadena el miedo específico a estos animales y que puede haber impulsado cambios evolutivos en los sistemas de alerta y atención visual, incluidos tanto los endógenos como los comunicativos, en las especies de primates que han cohabitado durante miles de años con especies de serpientes venenosas.
En el primer estudio mostraron que el miedo o las reacciones conductuales propias del miedo eran mayores ante las serpientes frente a otros saurópsidos y en el segundo que las serpientes daban lugar a mayores reacciones de asco que otras especies que tienden a considerarse alimañas, como las babosas o las arañas. En otros estudios, en primates no humanos, también mostraron la reacción de alerta y miedo que desencadena la presencia de serpientes, y esto se hace importante por una razón principal, como es la influencia cultural que tiene nuestra especie y que puede contaminar los resultados si queremos obtener pistas de una reacción negativa especietípica humana y de una reacción negativa cladotípica en primates no humanos ante las serpientes, haciendo hincapié en las diferencias entre ambas. Este punto probablemente acercaría más a las señales de los monos Chlorocebus a reacciones reflejas que a aquellas más modulables en términos de aprendizaje, pero no podríamos concluir esto con seguridad. Por otra parte, dos estudios también han proporcionado evidencia electrofisiológica directa para la Hipótesis de Detección de Serpientes en primates y humanos.
Los autores de ambos midieron las respuestas neuronales en el pulvinar medial y dorsolateral de algunos macacos cuyas historias de vida no registraban encuentros con serpientes antes de los experimentos. Mostraron la existencia de neuronas pulvinares que responden selectivamente a imágenes de serpientes, respondiendo más rápido y más fuerte a estas que a caras de monos enojados, partes del cuerpo o formas geométricas. Los autores señalan que el pulvinar es parte de una vía de procesamiento de información visual rápida desde la retina y el colículo superior a través del pulvinar hasta la amígdala, lo que permite la detección visual rápida y automática de estímulos relacionados con el miedo y los peligros asociados. Apoyando esta hipótesis, un estudio de fMRI con participantes no fóbicos mostró que la amígdala responde a animales amenazantes como serpientes y arañas, pero no a objetos amenazantes (es decir, armas) con niveles de activación y valencia comparables.
Entre todos estos puntos resaltaremos que la comunicación en primates (y otros animales) tiene mucho de reactivo, de instintivo, y va a asociada a necesidades inmediatas como es el hecho de, no sé, quizás, seguir viviendo. Por ello, para todos aquellos que hayáis llegado aquí y tengáis ganas de aventuras, ya sabéis, si algún día tenéis la fortuna de visitar el continente africano y escucháis el chirrido de un mono verde, ojo, cuidado con la serpiente.
Referencias:
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