Nichos Culturales (2). Aquí huele a espíritu adolescente.

📖🦍 Sobre la inteligencia cultural, el juego y la ontogenia de los orangutanes.

Cognición Animal & Arqueología Cognitiva

La inteligencia cultural

Hace unos meses se hacía viral el vídeo en una famosa red social donde aparecía un orangután haciéndose la cama. Más o menos. Es decir, este gran simio improvisaba una suerte de hamaca utilizando una toalla que entrelazaba, una y otra vez, entre los huecos que dejaba su jaula. Ante la sorpresa del personal, haciendo gala de lo mucho que veían de nosotros en nuestros parientes más cercanos y comentando lo listo que era, razoné un par de cuestiones. Principalmente comenté que en realidad es un hábito común no solo de esta especie, sino de sus taxones hermanos y de otros grandes simios. Porque, como ya he comentado alguna que otra vez, los grandes simios nos hacemos la cama a diario. Es un hábito saludable pues nos ayuda a evitar acumular parásitos y porquerías de un día a otro pero, además, mejora o ha mejorado nuestra calidad de sueño si nos comparamos a otras especies que no las hacen, como los simios menores o gibones, y otros primates. Pero la otra cuestión, la que considero de importancia, hacía alusión a la inteligencia o, mejor dicho, a la inteligencia cultural.

Esta hipótesis de Whiten y van Schaik (2007) estipula que la selección de los mecanismos subyacentes a la inteligencia, como la memoria y el aprendizaje (sea vicario o procedimental) no solo mejora la capacidad del aprendizaje social, sino también la capacidad de aprendizaje individual. Por lo tanto, las especies con oportunidades sistemáticamente más ricas para adquirir conocimientos y habilidades socialmente deberían evolucionar con el tiempo para volverse más inteligentes, o lo que es lo mismo, las especies más sensibles a la cultura. Es decir, si el aprendizaje social es más eficiente que la exploración individual independiente, (1) los animales deberían aprender habilidades culturales vitales exclusivamente y habilidades rutinarias más rápido, de manera vicaria, siempre que realmente utilicen el aprendizaje social de manera preferencial, como es nuestro caso al compartir intencionalmente lo que sabemos, (2) que las especies más dependientes de cultura deberían ser más inteligentes, como los grandes simios, y (3) que puede explicar las habilidades cognitivas inusuales de los seres humanos, así como nuestros mecanismos únicos de transferencia de habilidades, como la capacidad genuina de imitar al otro y que nuestros nichos culturales acumulativos tengan un punto de no retorno, un efecto trinquete.

Pero volviendo al tema, al comparar la capacidad de resolución de problemas de los orangutanes de Sumatra (Pongo abelii) y que son sociables en la naturaleza, con la de los orangutanes de Borneo (P. pygmaeus) que son más solitarios, en las condiciones ambientales que brindan los zoológicos, los de Sumatra mostraban habilidades de resolución de problemas innatas superiores a los de Borneo y también mostraban una mayor inhibición y un estilo de exploración más cauteloso, menos rudo. Este patrón es consistente con la inteligencia cultural, que predice que la más sociable de dos especies hermanas experimentó una selección más fuerte en los mecanismos cognitivos subyacentes al aprendizaje. Pero, claro, para hablar de esta sensibilidad hacia el aprendizaje social debemos hacer alusión a la ontogenia.

…y sus sesgos de aprendizaje durante las primeras fases de la ontogenia

La recopilación de una diversidad de descubrimientos sobre este proceso de vida nos lleva a concluir que el aprendizaje social impregna el desarrollo ontogenético de los primates, lo que da forma de manera importante al conocimiento y las habilidades adaptativas localmente que abarcan múltiples aspectos del comportamiento. De hecho en la mayoría de los primates, a excepción de algunos monos neotropicales y algunos primates estrepsirrinos, el cuidado y el porte maternos son, inicialmente, la norma incluso si varía el grado en que las interacciones maternas dominan y, por lo tanto, dan forma a las oportunidades de aprendizaje social. Un caso extremo está bien ilustrado por los orangutanes, cuya estructura social implica que durante los primeros 10 años más o menos, la madre es el modelo principal y con frecuencia único para el aprendizaje social, a veces con el acompañamiento de un hermano mayor (van Noordwijk y col., 2009).

En ellos y otros primates se da el efecto mothers knows best, refiriéndonos al sesgo de aprendizaje por el cuál se prefiere a la madre (o figura de referencia) como modelo en la primera infancia (sujetos infantiles). Algunos de los estudios observacionales más detallados de esta fase se han logrado en el contexto de la relación madre-hijo relativamente exclusiva de los orangutanes, sobre todo en lo que concierne a hábitos o gustos de alimentación y técnicas de creación de nidos. En cuando a la alimentación, Jaeggi y col. (2008, 2000) probaron si la función principal de compartir alimentos entre madre e hijo es (a) proporcionar nutrición o (b) obtener información adaptativa sobre la búsqueda de alimento, y concluyeron que sus resultados favorecieron la hipótesis informativa, porque el intercambio no alcanzó su punto máximo en el destete como predeciría la hipótesis nutricional. Además, registraron una variación sustancial en las dietas de varias madres, y se encontró que los perfiles dietéticos de los bebés eran esencialmente idénticos a los perfiles de sus madres; los individuos inmaduros centraron su atención en las técnicas más difíciles de las madres y luego tendieron a practicarlas en lugar de manipular otros objetos. En cuanto a la construcción de nidos, tanto Jaeggi y col. (2008, 2010), como van Noordwijk y col. (2009), y Schuppli y col. (2016), observaron que las crías comenzaban a realizar acciones de construcción mientras su madre hacía su nido, mucho antes de que la cría pudiera hacer su propio nido. Como concluyeron los autores de estos estudios, todas las observaciones cuantificadas registradas son las predichas por la hipótesis de que el aprendizaje observacional impregna la construcción de un orangután infantil en cuanto a sus preferencias de alimentación, procesamiento de alimentos y otras habilidades, incluida la construcción de nidos.

El siguiente de los sesgos de aprendizaje es el de los expertos, o a quienes percibimos como expertos en la segunda infancia (juveniles), por el cual se preferirá como modelo para el aprendizaje social al individuo que destaque por su técnica refinada, por su edad o si pertenece al sexo dominante que define la socialidad de la especie, que en estos casos definirá la conformidad hacia la norma. La importancia de este sesgo o este conjunto de sesgos orientados hacia la maestría en la técnica, que puede ir desde el forrajeo hasta la manipulación de herramientas, se mantiene a lo largo de la vida de los individuos. Mörchen y col. (2017) confirmaron la observación anterior de Schuppli y col. (2016) donde los orangutanes jóvenes mostraban una clara dependencia de observar las actividades de su madre, mientras que a medida que se desarrollaban, los juveniles mayores iban prestando menos atención hacia la figura materna y aumentó su preferencia por observar las actividades de los machos adultos inmigrantes no completamente maduros, especialmente en el contexto social y de anidación. Los autores especulan que los machos y hembras adolescentes que tienden a la dispersión grupal pueden actuar como vectores culturales, facilitando la transferencia de tradiciones entre poblaciones de orangutanes, y de otros simios. Lo cual nos lleva a un tercer sesgo, el de la dispersión innovadora adolescente.

A lo largo de la ontogenia de los primates, sobre todo haplorrinos, simiiformes, catarrinos y hominoideos, el juego no solo es importante para desarrollar relaciones sanas con otros miembros del grupo que se traducen en el bienestar del individuo, sino también para explorar el mundo que los rodea y es reflejo de las fases de la ontogenia. A través del juego, innovamos, y la innovación es pura plasticidad conductual que establece nuevas relaciones con el ambiente, que permite crear nuevos nichos conductuales a través de la transformación de repertorios anteriores y también permite establecer nuevas presiones selectivas, nuevos ambientes sociales y físicos con los que interactuar, tanto para el que innova como para los sujetos que le rodean. Un papel interesante de la innovación lo encontramos en los grandes simios que se encuentran en edad adulta joven pero cuyo estatus social es bajo, bien porque no pertenece al sexo dominante dominante de ese grupo, porque es «el/la nuevo/a» o por ambas. No solo es útil para encontrar nuevas soluciones de forma directa, sino para escalar en rango social, centrándose en tres aspectos importantes como son el confort, la subsistencia y la comunicación, siendo el confort el más prescindible de estos al menos por parte de los orangutanes adolescentes de Borneo, no en los de Sumatra, siendo la conducta de hacerse la cama un imperativo necesario (desparasitamiento e higiene) que pudo evolucionar a una tradición de confort, lo que mostraría pruebas de la Hipótesis de la Inteligencia Cultural, pero también algo increíblemente importante: la socialidad interacciona tanto con la innovación cultural como con la ontogenia, definiendo un nuevo espacio para los grandes simios adolescentes que necesitan llamar la atención de cualquier manera para establecer grupos de iguales teniendo una oportunidad de innovar para mejorar su estatus, así como el nicho cultural de su grupo que incluye las costumbres más ancestrales, como hacerse la cama. Y si lo hacen siendo originales, mejor que mejor.

Referencias:

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Canción recomendada:

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